viernes, 10 de junio de 2016

Baleares. Un viaje por España.




Baleares

No lo sabía pero este iba a ser mi penúltimo viaje con Elena, meses después acabábamos con nuestra relación.
Tras una primera ruptura lo intentamos de nuevo pero... no pudo ser.
Tal vez por ello, no lo se, inconscientemente elegí esa fotografía que no es otra cosa que un montaje que representa a las principales islas que conforman las Baleares y en el medio una frase atribuida a Leonardo Da Vinci:

Mira con cuidado porque lo que verás no es lo que acabas de ver.

Pero hasta que llegó ese momento de ruptura pudimos hacer un viaje de invierno y en este la felicidad acompañó al viaje como se puede ver en lo que vivimos. 

Este fue el desarrollo del viaje:

Presentación

Dia 1. Barcelona-Formentera, el trasalado y el primer recorrido
Día 2. Formentera, segundo recorrido
Día 3. Formentera-Formentera, el tercer recorrido y cambio de isla.
Día 4. Ibiza, primer recorrido.
Día 5. Ibiza, segundo recorrido
Día 6. Ibiza, tercer recorrido
Día 7. Ibiza, cuarto recorrido
Días 8 y 9. Ibiza-Ibiza, el paso a Mallorca, primer recorrido
Día 10. Mallorca segundo recorrido
Día 11. Mallorca tercer recorrido
Día 12. Mallorca cuarto recorrido
Dia 13. Mallorca quinto recorrido
Día 14. Mallorca sexto recorrido
Día 15. Mallorca séptimo recorrido
Día 16. Mallorca octavo recorrido
Día 17. Mallorca-Menorca, primer recorrido.
Día 18. Menorca, segundo recorrido.
Día 19. Menorca, tercer recorrido.
Día 20. Menorca, el paso a Barcelona, el final.

La despedida


Presentación.

Baleares


“Mira con cuidado porque lo que verás no es lo que acabas de ver”
Leonardo da Vinci.


(Ludovico Einaudi - Nuvole Bianche )


Si, es rojo, jurarías que lo es, en realidad es que lo ves de ese color...

pero...

quien te asegura que realmente lo es?

En la vida pasa como en ese vídeo, son nubes pero a tu lado alguien afirma con rotundidad que es el mar que rompe sus olas contra la costa... tu ves nubes y hay quien ve agua, eso es lo que pasa en la vida. Nadie por mucho en que se empeñe está en posesión de la verdad, de toda la verdad.

Unas gotas de agua fueron absorbidas por una nube que las depositó sobre un banco de madera… y allí están, aguardando…

Y que aguardan esas gotas de agua, solas y sin solución de continuidad?

Alguien que se siente sobre ellas y se las lleve entre sus ropas o en su piel?

Quizás al sol que las secará y de esa manera las llevará nuevamente a volar transformadas en vapor de agua?

Al viento que al igual que el sol les invitará a viajar?

Tal vez a que llueva y continúe de otra forma su viaje?

Este año, este verano, un nuevo viaje, una nueva experiencia, una nueva ilusión.

Las Baleares responden a todo ello.

Dos gotas viajarán por esa tierra para vivirla y disfrutarla.

La pasión se remueve en mi interior, quiere su espacio, grita con tal de volverlo a hacer… sufrir para disfrutar, disfrutar pagando el precio del sufrimiento… el calor, el sol, la humedad, el viento de una tierra que demanda y vive verano, las cigarras cantan en los pinares de las baleares, su canto es al sol, al verano, al calor.

El reto es ese, la vivencia que aguarda, también.

Cometa sigue pendiente del hilo que la sujeta, de la mano que… firme, le proporciona la tensión que le permite poder volar… ella tan solo vence los embates del viento moviéndose de lado a lado buscando el equilibrio de tantos empujes con su cola…

Bob solo sonríe y aún no lo puede creer, el sabe que en realidad todo responde a la casualidad, a la conjunción de los astros, a la evolución muy extraña de la vida, el sabe que lo que verá no es lo que acaba de ver.

slow, el pedaleador, tuerce el gesto y entorna los ojos puesto que a el solo le importa una cosa: hacer feliz a pepe quien ha ideado algo diferente… siempre es diferente… y cuando se lo ha explicado la actitud era la contraria hasta que lo ha entendido.

Y pepe solo mira, solo piensa, solo quiere hacer realidad su idea compartida… la idea de volar lento, bajo, suave por unas islas mediterráneas ancladas frente a Catalunya y la Comunidad Valenciana de este país…

Cumpliendo con ello cerrar poco a poco un círculo: viajar a todos y cada uno de los puntos de eso que se conoce como España…

Y Elena lo sabe, lo va a volver a hacer por tercera vez… la primera fue la costa del mediterráneo, la segunda fue la costa del Cantábrico, en esta ocasión vera el mar pero desde otro punto de vista, con otras inquietudes, se dejará llevar por pepe, de su idea, de su forma de hacer, de su manera de entender los viajes…

Eso también forma parte de la pasión.

La pasión de viajar.

La pasión de vivir.

La pasión es viajar y vivir.


Baleares

Día 1. 13 y 14 de junio 2016

Barcelona-Formentera


En realidad lo de hoy ha sido diferente a todo lo realizado hasta la fecha.

Nunca había embarcado con la bici, más allá de cruzar una ría o un trayecto de menos de una hora. Nunca había pasado el día viajando con la bici sin apenas pedalear salvo en esos trayectos que he realizado en coche en los que la bici y el remolque iban tras de mi mientras conducía, a veces buscando un punto de partida, otras volviendo desde el destino de un viaje.


Tras coincidir con Elena en la ciudad de Barcelona, repasar los detalles, sopesar los nervios, calmar la ansiedad y sufrir el embarque no he sido realmente consciente de lo que venía por delante:


Hoy las bicis viajaban con nosotros pero en un barco…

Las horas iban pasando a otro ritmo con otras sensaciones. El suave bamboleo de una máquina infernal que tiene la capacidad de flotar a pesar de lo que llega a pesar… Esa máquina era movida por los motores y avanzaba por el efecto que el mar logra provocarle como respuesta a ese diseccionamiento que el barco somete al agua para abrirse camino semisumergido, como lo está, en el medio acuoso.

Elena sonríe mientras caminamos por una cubierta en la que nuestra estabilidad no solo depende de nosotros. El sol ya dejó paso a la noche cuando salimos del puerto mientras el viento, que nos golpea sin piedad, impide que esa sensación sea agradable, al contrario, todo es extraño y esquivo.

Se hace poco a poco el silencio en el salón de butacas y lentamente la situación me ha permitido pensar e imaginar…

La primera de las ideas que me ha sobrevenido a mi mente era que eso que estábamos haciendo lo íbamos a realizar en diversas ocasiones en este viaje y valoraba, mientras todo se alejaba, si eso era o formaba parte de un viaje en bicicleta o simplemente serían un punto y seguido en los viajes, como lo son esas etapas que algunos hacen en los largos viajes y que llaman días de descanso...

Lentamente notaba como mis pensamientos volaban a mi interior…  Y allí me seguía haciendo preguntas…

Todos los viajes responden a algo, todos los viajes en si tienen momentos de reflexión. La mente te lleva inexorablemente a ese lugar donde reflexionas cuando viajas en bici y mientras todo se movía menos los que, como nosotros, estábamos quietos en movimiento… pensaba en aquellas situaciones en las que conduciendo un coche parecía haber conducido mi subconsciente y no yo... En un momento determinado parecía despertarme y me preguntaba: ¿Cómo he llegado hasta aquí….?

No se si esto le pasa o le ha pasado a otras personas…

Era como si me hubiese transformado en un autómata que en un preciso instante retomara mí lucidez…

Algo así es lo que me ha pasado en el trayecto marítimo, poco a poco he ido entrando en mi mismo, he ido socavando ideas y pensamientos, entrando en aquella franja oscura que infringe lo personal.

Al fin he podido hacer un repaso a algunas cosas importantes: a mi reciente pasado, al estado de las cosas que atañe a las personas que me son próximas. 

Recordaba unas frases que señalaban lo obvio:

Casi nada, a según que edad, puede hacerte cambiar.

Casi nadie, a según que edad, puede hacerte cambiar.

Y concluía... Ni a ti, ni a tu manera de pensar. 
Algo realmente extraordinario debe suceder en tu vida para que ese cambio se produzca y no sea tan solo un deseo, una especie de brindis al sol contigo mismo.

Recordaba y pensaba sobre dos decisiones que tomé el año pasado y que marcarán el futuro, un futuro que imaginaba semejarse a un desierto temporal… en el que tan solo debía decidir si eso tenía o no fin.

Recordaba y pensaba si iba nuevamente a vivir por segunda vez ese paso que consiste en ser algo positivo a ser lo peor para otras personas a las que se supone que algo diferente y no necesariamente negativo les aporté en el pasado.

Miro despertándome de ese sueño despierto cuando delante de mi mirada aparece de pronto una imagen, en ella aparece tierra firme aunque yo se que tan solo se trata de una isla y me preguntaba.

¿Cómo he llegado hasta aquí…?


Bajamos a tierra con las bicis y todo parece tener sentido con la luz que lo embarga todo. Allá en lo alto la ciudad antigua de Ibiza nos saluda y aguarda. Allí dejé paseos nocturnos adolescentes, algún paseo en vespa en busca de un amor furtivo. Allí estuve en un otoño del que apenas recuerdo nada salvo la soledad de una isla que ahora vive verano…  o una primavera en la que la actividad no solo estaba en las hojas de los árboles…


Ibiza es tan solo un paso hacia el nuestro destino del día de hoy: Formentera, y transcurridas unas horas en Ibiza esperando a un nuevo barco... allí que vamos nuevamente, atravesando un fondo que es un espejo, de suaves blancos teñidos de azules oscuros acompañado todo ello de sonrisas de ilusión, de esperanza en aquello que nos aguarda y que no es otra cosa que degustar intensamente todos y cada uno de los recorridos, de las playas de una isla mágica que se resiste a explotar.

En Sant Francesc está el primero de esos alojamientos que nos esperan.


Tras ver, sentir, escuchar… un paseo una dulce y cálida tarde con la vista en el reflejo de la piel que se acomoda a la luz de una isla de luz.

Inquietos y no suficientemente cansados por lo vivido, salimos con las bicis a pasear hacia una cala inmensamente hermosa de arena blanca y fondo azul intenso, Cala Seona. Allí hay dos restaurantes en los que no entramos, allí hay viento que hace que no sea agradable pasar el tiempo... así que tras una pausa volvemos a nuestro origen por otro recorrido y tras visitar la población y cenar dejamos caer la noche sobre nuestros cuerpos...


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Baleares


Día 2. 15 junio 2016


Formentera-Formentera


Si ayer me enzarzaba conmigo mismo dado que el día fue diferente a todo, lo de hoy también ha sido diferente a todo.

Nunca había pasado un día viéndolo casi todo…

Casi todo lo que se puede ver en un lugar como Formentera porque la isla tiene el tamaño justo para poderse recorrer en un día si vas en bicicleta y le pones ganas... pero dejármelo decir ya, dejarlo meridianamente claro:

Formentera es una isla tramposa.

Tan fácil de ver en un día como imposible el hacerlo…

Cuando me puse, a principios de año, a ver como lo haríamos se me ocurrió contactar con alguna persona que había hecho algo similar a lo que pretendíamos hacer y de entrada pensé en que tal vez recorreríamos la isla por la mañana y nos iríamos por la tarde…

Eso es posible pero no aconsejable.

Que tiene la isla cuya estampa decora innumerables coches?
Que tiene la isla que deja esa huella que no deja las otras?

Lo tiene todo. Todo lo que te permitirá soñar despierto puesto que no le falta nada de aquello que muchos consideramos como cosas básicas e ideales…

Si tuviera que hacer una lista en la que figuraran lugares donde pasar un largo tiempo de vacaciones o de mi vida seguro que aparecería este maravilloso lugar.

La mañana por conocida no dejaba de ser única… conocida porque Formentera tiene ese clima mediterráneo atemperado que hace que el solo estar aquí sea una bendición… y única porque sus secretos aunque conocidos no dejan de estar preservados para evitar su profanación.


Hace calor… pero menos que en Barcelona, ha habido viento… pero no mucho. La noche la hemos pasado sin demasiados agobios por lo que conocemos en Cataluña como bochorno, la quietud era algo natural. Todo parece estar en su sitio, quieto, como esperando que pases por allí y descubras…

Las bajadas son solo eso, las subidas también, apenas hay tráfico, apenas hay ruidos, todos y cada uno de los granos de arena de sus inmensas playas parecen desear que sea sobre ellos donde deposites tu toalla y quieran sentir la presión que tu cuerpo ejerce sobre ellos…

Formentera es un paraíso que hoy aún existe en presente. Tan solo hay algo que desentona y que puedes pensar que puede estropearla y eso no es otra cosa que la toma por parte de otros latinos de una parte de su territorio y lo que ello conlleva.

La ruta era simple… un perímetro en el sentido contrario a las agujas del reloj nos ha llevado al primero de los destinos en una de sus puntas que forma el triangulo que es este trozo de tierra: Cabo Barbaria.


Allí, en un desolado lugar en el que apenas hay vegetación, existe un faro que domina ese universo… el faro se emplaza tras un muro un tanto olvidado que, poco importa, solo es testimonial, tal vez es más real el letrero que junto a su puerta señala, sin más, la prohibición de entrar en su recinto. Bordeándolo puedes ver esas rocas que enfrentan al juego incesante y eterno al que las olas las someten.

Hasta ayer noche no sabía cual era el significado de una palabra que he visto: Fogoneu… Fogo… fuego? Neu… nieve? Fuegonieve? 

No. Se trata de una variedad de uva que se cultiva aquí. Y puede ser que alguien en este momento se pueda preguntar: ¿y eso que tiene que ver con un viaje en bicicleta? La respuesta es: nada, tan solo que el cabo da nombre a un vino. Un caro y buen vino realizado en parte con esa uva.


Así que volviendo sobre nuestros pasos hemos ido a la búsqueda y captura del segundo destino…

Tras recorrer esos caminos, alguno asfaltado, limitados por esos muros bajos que, como los del faro, son testimoniales pero efectivos puesto que delimitan claramente el espacio… que no la vista… hemos llegado al segundo de los lugares previstos: No tiene nombre, no tiene playa de arena, no hay nadie. Junto a unas barcas bajo un chambao, el horizonte a la vista y por la izquierda lo que se supone una pequeña montaña… 
El mar inquieto quería acariciar los cuerpos y nosotros tan solo lo hemos dejado hacer...


La vista de la montaña desde el agua poco a poco te deja prendado, su punto más alto tiene nombre de cabo; La Mola ha sido el siguiente paso. Para ello, hay que huir de nuevo del mar… su atracción aquí es muy fuerte aunque hay personas de aquí que apenas lo visitan por aquello de tenerlo tan cerca siempre.


Zigzagueamos, apartándonos en cuanto podemos de la carretera que todos ven y visitan con tal de no ver lo mismo que ven todos… al fin y al cabo casi todos lo ven desde el coche pero nosotros no.

Observamos, con una amplia sonrisa, las higueras que se antojan paraguas de esta parte del mundo. En La Mola encontramos el segundo de los faros. El faro no preside un paisaje tan desolado como en el faro anterior, el faro de La Mola tiene más altura e identidad, su fuerza es inmensa… y el lugar invita a descubrir.


Tras comer vemos nuevamente esos acantilados desde otra perspectiva. Habíamos localizado una antigua calzada romana. Desde allí se ven esas vistas que como imanes hacen que tus ojos algo inmóviles recorran esas rocas en la búsqueda de no sabes que, parece que quieras ver barcos varados en esas orillas escarpadas, náufragos de vida que sueñan imposibles… Nada de eso hay allí a pesar de que parece que cerca del lugar todavía quedan algunas personas que siguen persiguiendo sueños de la década de los setenta del pasado siglo.


Todo ello me lleva a una historia escuchada en un parque de un pueblo del centro peninsular… allí, muy lejos del mar, escuchaba atónito confesiones imperceptibles e inhumanas. Pero el hombre, en definitiva, no podrá poseer nunca la naturaleza y menos creer que puede dominarla…

Volvemos a apartarnos del único camino posible e intento apartar de mi mente esos pensamientos que me agarran fuertemente al mundo de la imaginación, al de las ideas, al de los suspiros en la noche de luna llena, al de esos amantes que no ven el horizonte sino su horizonte…


Mi generación, la que estaba llamada a cambiar el mundo de este país… la que nació en dictadura, vivió el cambio a la democracia y diseñó parte de lo que es hoy este país sabe y tiene muy presente que aquí también se vivió un mundo de libertad y de sueños… 
Al igual que sucedió con este país, al que hundió, también se hundió ese mundo que buscaba en todas y cada una de sus piedras, de sonidos y de luces otro tipo de vida…

Ya en el llano, en el que se ven dos mares, aparece la población en la que está cerca el peligro del final de esta maravilla… pasamos por allí sin mucho miramiento puesto que más allá está otro paraíso de arena blanca, de suaves aguas que, transparentes, recogen el color del cielo tamizándolo entre el blanco y el azul.

Avanzamos junto a un canal, cada vez más estrecho, que enlazaría Formentera con Espalmador si bien se que ese paso es imposible con la bici. 

La isla, de propiedad privada, es visitable desde el mar aunque su exploración está limitada a la costa… esto lo descubrí a finales de los años 70 cuando desembarque en ella. En aquella época no sabía que existiera un lago en el que a modo de lo que sucede en el mar muerto hay quien se embadurna del barro del lago que existe en su interior.


Ese es un ejemplo de como nos lo podemos cargar todo…

Cuando leo ese tipo de noticias me viene a la mente lo poco que parecen valorarse las playas inmensas, preciosas, únicas… de la isla más allá de esa punta de imposible unión entre las islas.

Regresamos nuevamente al punto de la llegada de ayer…

La tarde se hace presente e irrumpen las sombras que quieren alargarse sobre el suelo mientras el viento siembra movimiento allí donde hay quietud.


El sol, un día más, marca el fin de la luz y deja, como siempre lo hace, paso a la noche y con ella notamos esa sensación que ya nos embarga… La de saber que estamos ante algo único que abandonaremos y perderemos mañana.

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Día 3. 16 junio 2016


Formentera-Formentera tercer día.


El paraíso lo es porque existe, lo es porque una mano divina quiso que fuera así, nuestro paraíso está lleno de arena blanca, de playas poco o nada frecuentadas y a eso hemos ido: a despertar el alma con ellas.

Escuchando la brisa junto a los granos de arena sentimos el calor…

Un calor único que, bondadoso, cae del cielo inundando cuerpos… Formentera reclama estar pegado a la tierra para poder volar con la mente y sondear…

El interior del hombre marca su futuro como marcó su pasado.

Dentro de todos y cada uno de nosotros hay lo mejor y peor de la condición humana, así es hoy y será mañana. Ayer recordaba la tarea inmensa que parecía que teníamos los de mi generación, hoy en la época convulsa de esta sociedad, pensaba en que si nosotros no lo habíamos logrado los que vendrían por detrás yal vez lo podrían lograr.



Tal vez nada sea posible por lo que quizás el refugio del paraíso sea un sueño.


Así que tras pedalear nuevamente en busca de esa parte cercana al agua escondida en la tierra para extraer de ella “el salario” de la antigüedad o lo que es lo mismo, su sal, nos dejábamos caer en el puerto a la búsqueda de nuestro barco.


Allí un mercadillo ayuda a pasar el tiempo a quienes por un motivo u otro deambulábamos por allí... mientras en uno de los locales próximos nos han recordado lo caro que puede ser este pais en cosas apenas insignificantes como lo son un par de bebidas.

La tarde dejaba pasar las horas hasta que la espera del barco nos ha hecho entender que todo se acababa en la primera de las islas. 

El bamboleo dulce de un dulce mar nos acerca a observar la gran isla que está a norte: Ibiza. No sucede lo mismo con la que se encuentra a su lado este: S’Espardell puesto que cuando navegas con el barco está tapada por S’Espalmador.

La costa Ibicenca desde el barco es espectacular; lo que se ve en Es Vedrá es casi un secreto de quien escribe todo esto, la isla está acompañada de Es Vedranell… Allí busco los signos del pasado, allí esta parte de lo mucho, que en el pasado, significó el descubrimiento de un mundo musical… 

La antigua cantera, las esculturas malogradas por el clima y el buda… que mira al sur y que da origen a una de las leyendas de Ibiza recogida en uno de aquellos CDs musicales…


El desembarco en Ibiza es un cambio de mundo: pasas de la sensación del nada se mueve al nada se está quieto.


Bienvenido a otro mundo me he dicho nada más toparme con esa otra tierra firme.

San Antoni de Portmany acoge a dos ciclistas allá donde el sol cae sobre el agua.


(Ghosts Of Paraguay - Falling Off the Edge (Café del Mar Dreams 8) Sunset timelapse)

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Día 4. 17 Junio 2016

Ibiza, el primero de los recorridos


En su día busqué la mejor forma de ver la isla. La primera idea fue recorrer su perímetro y para ello empecé a imaginar por donde ir…

Dos eran las posibilidades para realizar su perímetro... encontré información tanto sobre si empezar desde Ibiza, o mejor por Santa Eularia o por el contrario, lo que finalmente hemos hecho, acercarnos a Sant Antoni.

Pero hay realidades que pueden contigo y la realidad es que es muy difícil y caro alojarse en esta isla en esta época del año en contraposición de como lo puedes hacer en la península…

La opción que finalmente escogí fue la de establecernos en un punto y recorrer la isla o lo que es lo mismo hacer un perímetro de otra forma menos ordenado es decir de una forma mucho más anárquica.

Con tal de aclimatarnos lo antes posible a lo que nos esperaba decidí dejar para el final la visita a la ciudad y huir de la misma pensando en aquello que vi cuando la mesa era el soporte y el ordenador la imaginación de lo que hoy era la realidad.

Tras hablarlo con Elena acordamos que recorrerlo todo no era posible, pero que había que intentar ver lo que se pueda, ese y no otro es y fue un objetivo principal en el viaje.

La segunda, en tamaño, de las islas hunde su historia en las raíces de la humanidad moderna: la que viajaba -la de los fenicios-.

Crisol de culturas todas y cada una de las que les siguieron han dejado su huella en esta isla enclavada, como lo está, en el paso de las rutas de la navegación. 
Navegando cerca de la costa era posible ver alguna de estas islas si venías por el mar ya sea costeando, como en el principio de los tiempos, o orientándote en el mar a través de las estrellas.

La ruta de hoy era corta, salía de Sant Antoni buscando costa desde la costa, es decir, buscando esa parte de la isla que tiene la peculiaridad de enfrentar el este o lo que es lo mismo, ofrecer las mejores vistas a la salida de sol de la isla…

Sant Antoni llama al pasado, busco en mis recuerdos la ocasión en la que salíamos de allí en barco mientras los demás barcos iban entrando… 
Mucho, mucho no sabíamos el porque entraban y eran los demás que en gritos ahogados por el viento nos decían unas palabras…

Hay castaña fuera.

Era fácil saber que era eso. Tan solo debías estar atento a como el agua subía y bajaba en un ballet en el que tu barco acompasaba ese movimiento… ahora ves horizonte… ahora solo ves agua.

Santa Eularia des Riu está en esa parte donde se ven los amaneceres más espectaculares, más allá hay tan solo mar y allí hemos hecho un alto. Tras el mismo nos hemos dispuesto a visitar la población, tantear sus aguas y alguna de sus calas…


Un poco más al norte en una punta hay otra de esas vistas mágicas: La isla de Tagomago


La isla es privada y debe su nombre probablemente a un origen cartaginés… pero nada de eso importa cuando la tienes cerca de las manos, de los dedos y sobre todo de la imaginación… si os sobran unos cientos de miles… esta es vuestra isla por semanas…


(Tagomago Island)

Una vista desde una torre defensiva, mal restaurada, ofrece ver más de cerca lo que ya parece un complejo residencial


Nuestro recorrido volvía sobre sus pasos más hacia el norte que el recorrido de ida y esa era la forma en la que acabábamos el día: viendo tierra durante casi todo lo que nos quedaba de día.

Hemos pasado por Sant Llorenc de Balafia que es uno de esos sitios que en alto domina el espacio


Los caminos nos han llevado a parajes rurales poco imaginados desde el concepto que se puede tener de la isla...

un concepto un tanto erróneo como irreal.




El recorrido



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Día 5. 18 Junio 2016

Ibiza, el segundo de los recorridos.


Un primer recorrido por el norte de la isla nos ha dado paso al primero de los recorridos por el sur.


El viento suave y caliente endulza la piel, la quema, la va dorando lentamente mientras nos acercamos una vez más al mar. El mar es ese imán de proporciones inimaginables que es capaz de hacernos parar una y otra vez. 
La mañana empezaba cubierta pero el sol le ganaba fácilmente la partida a las nubes que, presentes, no cumplían con su misión.


Un conjunto de tres islas e islotes se erige al oeste de la isla de Ibiza, el más conocido el de Sa Conillera lo es por tener un faro espectacular al borde de un acantilado cortado a pico.


Buscamos esa visión intentamos comprobar que eso es así sin conseguirlo pero…

siempre existe Internet.



Nuestro recorrido buscaba, en la costa oeste de la isla, un sur inequívoco. Allí a lo lejos unas islas cercanas representan lo más esotérico de una isla que al igual que Menorca hunde sus raíces en lo insólito: Es Vedrá y Es Vedranell.


Leyendas, ermitaños fundadores de ordenes religiosas, bases de Ovnis, la historia de un japonés o no… que dibujó un Budha… y mucho, mucho más… podéis hacer la prueba… 
La isla se esconde tras sus sombras, bajo las nubes, todo es misterio allá donde se yergue una roca que desafía el horizonte.


Aquí, en esta costa, se compite sobre la mejor puesta de sol. 
La mejor puesta de sol está…
Está en esa Isla mágica a la cual no se puede acceder sin dificultad.


Lo que si que existe desde el mirador, en la de Ibiza, es una grieta en el terreno que condena a que ese acantilado esté un poco más lejos de las islas cuando lo inevitable se produzca y es que caerá una gran porción de tierra a ese inmaculado mar.

El Cap LLentrisca es una de esas puntas que sobresalen de la isla que apuntan al sur y aquí nos encontrábamos en el punto más alejado de nuestra ruta de hoy por lo que tan solo nos quedaba volver.

La vuelta es nuevamente por el interior repitiendo una vez más esa forma de hacer lazos sobre el papel o la isla: ida por la costa vuelta por el interior.

Sant Josep de Sa Talaia es un punto de paso, San Agustín queda a nuestra derecha si bien por allí no pasamos puesto que ya con vistas a nuestro origen, que es nuestro destino, continuamos para acabar la jornada bicicletera del día de hoy que ha sido dura y exigente por lo que deja huella más allá del esfuerzo.

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Día 6. 19 junio 2016

Ibiza, el tercero de los recorridos


Ibiza tiene una costa que mira a la comunidad valenciana, de hecho es una de sus conexiones por vía marítima. Ayer vimos parte del interior de la isla, hoy hemos combinado nuevamente costa con interior, otro recorrido de ida y vuelta a Sant Antoni.

La costa se levanta frente a esa parte de la península a la que hace frente, esa parte de costa es la más escarpada al igual que sucede con la paralela a la isla de Mallorca.

Pronto nos hemos separado de nuestra carreterita con el ánimo de ver y tocar costa, para llegar a Santa Agnes de Corona, primera población de nuestro periplo del día de hoy.


Santa Agnes es un pueblo en el que, a pesar de todo, se ha parado el tiempo. Si, ya se, esa es una frase típica del viajero… pero… las fotos tal vez os confirmen el significado de esa frase.

Sant Joan estaba en fiestas. La coincidencia con el pasado es una realidad insondable cuando dos amigas coinciden años después con otra mirada, otra vida, otro presente, pero sobre todo con otro futuro yo he sido ese testigo mudo que tan solo miraba e intentaba entender y comprender.


El Morro des Cap enfrenta un norte evidente. La costa es de difícil acceso y tenemos vistas a horizontes planos y lejanos. Un poco más allá en un recodo del recorrido logramos zafarnos de tanta roca teñida de verde y alcanzamos al fin el agua.


La población de referencia de esta costa es El Port de Sant Miquel, más al norte la costa es más amable y el recorrido pierde altura hasta Portinatx, que no es otra cosa que un enclave turístico que malogra la naturaleza. 
Ese era el extremo más alejado de nuestro recorrido por lo que volvemos por el interior de la isla por un recorrido algo más al norte del que recorrimos ayer con tal de no repetir y de esa forma ver más…


Pequeñas poblaciones o núcleos urbanos salen a nuestro encuentro. Tras coronar uno de los múltiples "puig" que tiene la isla aparece allá a lo lejos nuevamente el sol, al que nos dirigimos, convirtiéndose en nuestro guía.


Un quiebro para no repetir carretera nos planta en las cercanías del origen matinal cuando la caída de la tarde es presente.

Una nueva visión, una nueva forma de hacer, un nuevo y agradecido día de verano en el que el paisaje agrícola se ha mezclado con la costa y que finaliza en esa zona de ambiente de la que ya os hable ayer.


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Día 7. 20 junio 2016

Ibiza, el cuarto de los recorridos.


El horizonte plano, teñido de movimiento imperceptible, acompaña al viajero. Es hoy uno de esos días en los que pareces navegar suave en la noche mientras el día pasa como pasa el paisaje al son que le marca la velocidad de la bici.

El recorrido presentaba variantes, posibles modificaciones que recordaba cuando pensé en el, que se podían hacer. La idea fue ir a por todas y pactar la separación de la realidad del animo, del deseo, de la fuerza.

Así la primera de las variantes que podíamos hacer era la de seguir o no la carretera que señala la ciudad de Ibiza o no hasta San Rafael de Sa Cruz.

Ibiza mira al cielo, lanza las cruces de sus poblaciones todas santas y es ungida por lo divino. Tal vez esa es la idea que presidió quien fue bautizando tanta población santa…


Antes de llegar a la ciudad, buscamos desesperados una playa de renombre que mira el horizonte… S’Estanyol, a la que se llega en pronunciada bajada por un camino más que polvoriento.

La atracción del mar es evidente sobre los viajeros reconvertidos en placenteros visitantes de una isla mágica. Los viajeros se transforman en presas de esa lamina que moja, que acaricia, que tensa la marcha… 

Cuando ello es posible cambiamos un sureste por un oeste ligero con tal de avanzar.


Para, de esa manera, entrar en la ciudad de Ibiza.

La ciudad antigua, encumbrada en la montaña, te saluda con una de esas imágenes que queda gravada en la retina. Hoy era un buen día para pasar por ella, tiempo habrá de visitarla con más calma.

La ruta de hoy no era corta. La ruta permitía fajarse con la paliza de algo más de ochenta km o bien reducirla a algo parecido a sesenta, tan solo debíamos decidir en que momento dejábamos de recorrer una de las posibilidades para pasar a otra.


Las playas más conocidas, mas frecuentadas, las más buscadas desde la ciudad nos aguardaban. A alguna de ellas nos acercamos no sin cierta intranquilidad ya que bordeamos el aeropuerto. 

Cerca de allí nos esperan unas salinas, una larga playa de guijarros redondeados, una zona de nidificación, una extraña urbanización todo ello complementado por una pequeña caída... 

No es hasta la altura de Es Cubells cuando decidimos acortar el recorrido inicialmente previsto.



A Sant Antoni llegamos suave y pausadamente en bajada y busco, nuevamente busco, busco en mi interior… y me pregunto... todo esto, como continuará?

El recorrido

el realizado es este


el previsto


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Baleares (1)


Dejarme que os hable, de esa lagartija que, impertérrita ante mi presencia, toma el sol en una piedra.
Ella ve que me acerco con un objeto cerca de mi cara, ella no lo sabe pero solo pretendo hacerle una foto, primero desde el otro lado de la carretera, después desde el centro de esta, doy dos pasos más y hago una ultima foto antes de fastidiarle lo que le pertenece: la tranquilidad de vivir su vida en este mundo.


Dejarme que os hable de una imagen de postal: De esa piscina cuyo frente acristalado es el mar, que pertenece a un hotel... a la cual solo está permitido acceder si has pasado tu reserva y te hospedas en ese establecimiento. Esa piscina como otras muchas más cosas me recuerdan aquella frase que alguien dijo de una forma y yo la entendí justamente al revés…

”No podemos transmitir a la ciudadanía que la administración incumple la ley"

Miro la piscina construida en el mar y me pregunto por aquella ley… si, ley de costas la llamaban…

Ah…… tras un rato de pensar en ello lo entiendo todo: alguien llegó a la conclusión de que la ley hablaba de la costa no de lo que se construía entre esta y el agua. A esa conclusión debió de llegar alguien que no respeta lo común, lo que es de todos... a esa conclusión debió de llegar alguien cuya misión, entre otras, es la de preservar lo común, lo que es de todos...


Y así me fui tras mis pensamientos recordando capítulos similares en Alicante, en la costa brava, en Tarragona, en Almería, en Canarias...

Dejarme que os hable de una ciudad fenicia, vándala, hebrea, romana, árabe… que me traslada a las ciudades estado de Italia cuando esta ni existía…




Llena de calles, algunas no conducen a ningún sitio, otras están plenas de soledad. Todas forman parte de un laberinto difícil de desentrañar puesto que forman parte del misterio del laberinto que es la mente.


Dejarme hablar de ciudades concebidas para evitar que puedas llegar a su centro, allí donde reside el poder, allí se encuentra lo divino y lo humano. Si bien todos reconocen que esas calles tienen sus leyendas, hay una que te traspasa de un lugar a otro lugar con susurros. Dice ese susurro que en esa calle sin salida los iniciados saben tocar las piedras para que aparezcan puertas que sin tocarlas son invisibles y que a través de ellas el perteneciente a esas organizaciones ocultas puedan llegar a reunirse con sus iguales.


Allí estaba yo, con un calor asfixiante tocando piedras cuando de pronto un ruido proveniente de una de las edificaciones hizo que se me helara la sangre puesto que al girar la cabeza hacia la fuente del ruido nada había allí.


Dejarme hablaros de cómo podría ser esa ensenada que encontré a finales de los años 70 del siglo pasado, era el puerto de Ibiza, allí desembocaba directamente la red de aguas residuales provocando un hedor difícil de soportar, ya en tierra vi un letrero que anunciaba un concierto en la plaza de toros de un perfecto desconocido:

Bob Marley and The Wailers, evidentemente desconocedor de lo que me perdía me fui a Charly Max (ahora tiene otro nombre), o no se si fui a Amnesia…

La noche lanza destellos de la ciudad sobre un agua siempre presente y nos dice hasta pronto: volver.


Baleares

Día 8. y 9. 21 y 22 junio 2016

Ibiza-Ibiza-Mallorca


Esta mañana, como en otros viajes la mañana nos acogía con tranquilidad, el aire parecía no quererse separar de la piel, a la nariz llegaban dulces olores y el sol…. Astro rey de nuestras vidas calentaba con esa sensación algo pegajosa que tiene en el verano…


Así que lentamente sin prisas ni desdén nos hemos acercado primero a la costa para saborear un poco más de la presencia del agua, de este maravilloso mar balear y ya después de comer recorrer la ciudad por la que nos hemos arrastrado por su suelo con tal de verla con la mejor perspectiva, imaginando otros tiempos, viendo esas calles y callejones llenos de leyendas medievales y fortuna… con tal de pasar y concluir el día de la mejor forma posible.

La ciudad, ajena a todo ve pasar a unos y otros, todos pendientes de sus cosas, todas importantes… una avería en una de nuestras bicis, la mía, es reparada en un parque tras unos containers. 

Mientras, el tiempo va pasando, subimos a la parte alta de la ciudad cuando la tarde comienza su declive y cae con sus sombras provocando efectos difíciles de observar si no estas muy atento y nosotros ejercitando una parada en ese tiempo nos llenamos de su vida, de su influjo, de su sabiduría, la que emana de sus piedras y rincones… de todo ello intentamos proveernos para el futuro.


La noche aparenta acercarse y cubrirlo todo y ya en un momento sin necesidad de hablar, tan solo con la mirada decidimos ir hacia el puerto para que un tiempo después podamos subir al barco que nos llevaría a nuestra próxima isla.


En el barco la oíamos: en algún momento ha comenzado esa música que escuchábamos en nuestro interior.
La música nos acompañaba mientras caminábamos por la pasarela, subíamos por las escaleras, buscábamos acomodo y veíamos como lentamente ya en marcha todo era más mar y menos tierra…
La música tenía visos de ser una letanía en el acompañamiento y virtuosismo en el piano…
Conforme se repetía una y otra vez en nuestro interior ese “solo” de piano que… parecía no tener fin ni limite en su ejecución… mis ojos se iban entornando mientras Elena ya estaba en ese otro mundo, en aquel en el que pierdes esa realidad que es el estar despierto.

Horas después abríamos los ojos y teníamos la sensación de que el tiempo había pasado muy deprisa…

Tan rápido como ese piano… que nos había acompañado en la noche: este piano


(Ibizarre-Las Brisas)

Mallorca aparece frente al barco que nos transporta a su mundo, el barco parece no enterarse de que ahí enfrente hay tierra y ejecuta una aproximación tan dulce como calculada por un mar que hoy parecía menos mar.

Tan solo debíamos bajar del engendro mecánico y pedalear hasta nuestro destino, cansados como estábamos, alejándonos de esa manera de una ciudad que demanda verse mejor, con más calma y pausa.


Baleares (2)


Es de noche en Mallorca, dos ciclistas y un caricaturista coinciden en una parada de Bus... los primeros han embarcado en Ibiza y esperan la llegada del día para tomar un café y para iniciar un pequeño recorrido hasta su hotel con la seguridad que da la luz del día, el segundo subió al barco en Gandía y no sabe si caminar hasta Palma o por el contrario espera a un autobús nocturno que le acerque a la ciudad...

Los tres observan como uno tras otro los camiones que estaban con ellos en el mismo barco salen y se desparraman por las carreteras de una isla que ya vemos como diferente a la de Ibiza, una secuencia de autobuses, algunos llenos pasan una y otra vez frente a ellos, todos son de la misma compañía... son las seis de la mañana y uno de los tres recuerda en voz alta que en su vida normal a esa hora aún no ha sonado el despertador.

Tras despedirse del caricaturista los ciclistas se dirigen a una zona habitada donde esperan junto a un parque que una persiana se abra y poder tomar algo.

Mas tarde, cuando la luz asoma por el horizonte pesadamente, inician un camino que les llevará por algunas de las urbanizaciones más acomodadas de las cercanías de Palma para pasar a una "guirilandia" autentica, allí las tiendas recién abiertas se alinean y parecen ocuparlo todo a lado y lado de la calle...

Un alma caritativa los recoge y acomoda en una habitación donde se recomponen del viaje en barco, de la falta de descanso... de todo lo que les aprieta en esos momentos: son las once de la mañana, han pasado algo más de veinte km. hace calor.

Bienvenidos a Mallorca.

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Día 10. 23 junio 2016

Mallorca, el segundo de los recorridos.


Sentía.

Sentía un nuevo amanecer, sentía que todo había cambiado, la luz era la misma, nosotros no. Lo hemos hecho, pero nada es igual a lo vivido, Mallorca, la más grande de estas islas, tiene su propio ritmo nada que ver con Ibiza o la ya lejana Formentera.

Nuestro periplo ha comenzado con las formas y maneras habituales antes de dar la primera pedalada, esa a la que antecede una mirada, una sonrisa, un vamos allá silencioso.

Nuestro recorrido deja atrás Palma nova, dejó atrás esa parte algo movida respecto a lo que buscamos en un viaje en bicicleta que no es otra cosa que naturaleza, autenticidad, vistas a horizontes imposibles, tranquilidad.

Y a eso hemos ido: tras pasar por Andratx e intentar sin conseguirlo divisar esa isla en la que todos se fijan cuando acceden a Mallorca en barco: Sa Dragonera, cabalgamos cerca del mar por una costa fantástica que se desliza sobre el agua en dirección noroeste. Es la costa que enfrenta la península, una maravilla algo inhóspita pero magnifica.


Allá abajo en Es Port se intuyen las pequeñas barcas que si, esas si, se dedican a la pesca y a aguantar los embates de un mar que en esta costa es bravío y algo peligroso en diferentes épocas del año.


Los acantilados de la Serra de Tramontana tienen bien ganada su fama. 
Junto a la carretera plena de vueltas y revueltas se erige la torre del Verger, un enclavamiento que responde a lo que la mayoría de estas construcciones pretendía que no era otra cosa que responder a tácticas defensivas cuando se creía que la isla estaba o podía estar en peligro.


Buceando en Internet he encontrado esto:



Tras alejarnos momentáneamente de esa costa en la que la roca pugna con el agua por ocupar el espacio, nos acercamos a un enclave de primera magnitud: Valldemosa.


Permanentemente amenazada aún conserva lo esencial que no es otra cosa que su casco antiguo, sus calles inclinadas, sus edificios inamovibles, su magnetismo y su historia, allí hemos comido estando ocupada por multitud de personas, en esos momentos la paliza que llevábamos ya era interesante y posteriormente pasó su factura...


Deya es otra de esas poblaciones que dejan huella y que forma parte de lo que “vamos a buscar” en los viajes. Piedra, vegetación cuidada, naturaleza… una maravilla que hay que conservar. Pasamos haciendo un giro que la carretera tiene estudiado de forma que te da una ligera pero completa idea de lo que allí hay

Nuestra ruta seguía enlazando una y otra vez vistas tremendas en un año en el que las lluvias tienen una merecida recompensa que nosotros hemos ido degustando lentamente en un día claro y rotundo en el que nada molestaba salvo el perfil que era exigente.

Soller es un jardín... cansados como ya estamos valoramos alternativas. La ruta se va cobrando su botín en forma de un cansancio que deja de lado lo esencial e importante. 
Visitamos el ferrocarril y parte de la ciudad, paseamos siguiendo las señales buscando el final del día


Nuestro fin, un poco más allá, se presentaba en bajada en el Port de Soller donde culminaba un día impresionante y duro y lo peor era que en esos momentos yo creía que la dureza se presentaría al día siguiente

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Día 11. 24 junio 2016

Mallorca, el tercero de los recorridos.


Tal vez no es la mejor de las maneras el empezar una jornada subiendo un puerto, han sido mas de veinte km. de subida… cuando se lo explique a Elena, ella me miraba y no sabía muy bien si le tomaba el pelo o no.

Estamos en una isla.

Nadie, de entrada, piensa que algo así pueda ser posible… pero eso es real. El primero de los pueblos que divisamos está muy cerca de donde nos encontramos. Por Soller pasamos ayer y hoy hemos repetido. Más allá Fornalutx, en lo alto, esperaba a dos ciclistas que intentaban zafarse del calor y de los coches que en la mañana festiva tenían su propio ritmo. Pero en realidad este último pueblo era la antesala de la subida que nos aguardaba que parecía aminorárse conforme el paisaje aparecía más y más visible.


Un paisaje enorme, increíble e inesperado se iba haciendo sitio en nuestros ojos conforme subíamos hasta alcanzar el punto más alto de este viaje: casi los 900m saliendo desde el mar…


Un gran esfuerzo con una gran recompensa: casi todo lo demás era bajada, algo igualmente inimaginable en una isla. Una bajada de cuarenta y cinco km…. los que separan un mirador que se encuentra nevado en algunas ocasiones del mar. 

Cerca del punto más alto de la isla hay varios lagos que abastecen de agua a parte de la isla conjuntamente con el agua de mar desalada…



Y allí, al fondo, nuestro destino en el día de hoy: Port de Pollenca.

El resto… el resto, la bajada, era una nueva maravilla de recorrido en el que el paisaje pugnaba con el cielo para que no pudiéramos ponernos de acuerdo en discernir que era lo más bello.

Más allá del "Port" hay un cabo, posiblemente uno de los cabos más bonitos de la isla, la idea era la de ir allí al día siguiente a ver su faro y su costa escarpada como un cuchillo… pero… el día no era festivo tan solo para los mortales que lo dedican a disfrutar sin mas, sin hacer daño o molestar a sus congéneres… pero eso a la postre forma parte de la historia del relato de mañana, este es un añadido a algo que no quiero dejar de recordar...

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Día 12. 25 junio 2016

Mallorca, el cuarto de los recorridos.


Se levanta el sol por el horizonte…

La bahía de Pollenca luce tranquila y espectacular, ayer paseamos por su paseo marítimo. Allí unos árboles caen sobre el agua salada recordando otros paisajes, a otras latitudes, pero la noche, tal y como he adelantado en la crónica de ayer, nos tenía guardada alguna sorpresa.

El verano clama su poderío, reclama su espacio y lanza ese calor que te obliga a tener que decidir… dormir con el aire acondicionado puesto o bien con las ventanas abiertas.

La noche del sábado junto al mar en una población turística siempre es movida y eso es lo que esperas con el paso de las horas: que el movimiento cese y que los ruidos pasen a ser silencio y que finalmente puedas descansar pero no… no ha podido ser y después de dos días duros el tercero de los días si bien no es duro lo va a ser por el arrastre del cansancio y la falta del merecido descanso.

Conocedores de nuestra situación renunciamos a la visita del cabo e iniciamos la marcha suave y plana. Nos acercamos a la siguiente de las bahías, la de Alcudia, por la que pasamos sabiendo que al igual que la lejana ciudad de Ibiza tendrá su momento.


Por un carril de bicis circulamos y vamos viendo ciclistas que en sentido contrario celebran el día festivo, algunos parecen molestarse de nuestra presencia y algo más tarde nos damos cuenta de que parece ser que ese carril bici es de un solo sentido a pesar de situarse junto a la carretera, es extraño que unos ciclistas vayan por el carril y el resto deban de ir por el asfalto junto a los coches pero... parece que es así.


Es domingo pero poco importa en un lugar en el que las tiendas de alquiler de bicis pugnan con las tiendas de alquiler de vehículos, donde la actividad es frenética, donde lo que esperas ver cerca de Palma ya es presente…

Así que tras esa parte en la que conviven els aiguamolls (marismas/humedales) de la bahía de Alcudia con los apartamentos y hoteles de todo tipo nos alejamos un poco de tanta civilización para vivir una de las poblaciones que conserva su esencia: Arta



En Arta nos espera otra calle del Calvario que pugna con las que ayer encontramos en Pollença o vamos a ir viendo en esta parte de la isla.

¿Y que es la siempre nombrada calle del calvario?

Una calle escalonada que te lleva hasta la iglesia de la población, que en ocasiones amurallada o fortificada, ofrece las mejores vistas del entorno.

Nuestro periplo ha continuado hasta su destino allá donde la tierra venía nuevamente delimitada por el mar en otra costa lejana de la que hemos partido.


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Día 13. 26 junio 2016

Mallorca, el quinto de los recorridos.


El día se ha movido, el sol ha dejado paso a las nubes y estas han ocupado su sitio en el firmamento
Con las primeras horas del día navegamos bajo en la búsqueda del mar…


Estamos en una de esas partes de la isla en la que coexiste la magia con lo humano, la magia que en Ibiza se llamaba Es Vedrá aquí se llama Coves del Drac y Porto Cristo (port de Manacor).

Lo etéreo es lo difícil que antes era fácil. Aún recuerdo aquella experiencia emocional que provocaba en un publico variopinto y fugaz aquellas barcas iluminadas que al son de una pieza de música clásica golpeaban suavemente con el remo las aguas calmadas de un lago subterráneo...

lo humano está acosado por eso que llamamos desarrollo


Todo ello convive con la ocupación de viviendas y hoteles en un lugar idílico que poco a poco va dejándolo de ser.


La costa suroeste de la isla lentamente parece estar condenada al precio que hay que pagar por seguir siendo el deseo de las personas que viven en otras latitudes


Nosotros nos hemos limitado a pasar, a comprobar lo difícil que era todo aquello que antes no lo era y así recordaba alguna de las ocasiones en la que no fue difícil visitar esa muestra emocional que no es otra que esas barcas a las que me he referido anteriormente..

Portocolom aún resiste, aún ofrece, aún planta cara a eso que llamamos desarrollo.



Acabamos el día con la imagen que había captado a primera hora de la mañana en la que dos vecinos debían de escoger cual era el mejor de los estados personales:

el encuentro o nuestro nido...

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Día 14. 27 junio 2016

Mallorca, el sexto de los recorridos.


Cabrera, la olvidada…

La costa en esta parte de la isla en la que iniciamos nuestro recorrido carece en su mayoría de playas de arena. Apenas unas playas magnificas en un parque natural nos dan la bienvenida en la mañana tranquila que ha recuperado el esplendor de días pasados.



Debemos de luchar, descabalgar de las bicis, empujarlas por la arena, perdernos y corregir el recorrido pero poco importa: el paraje es especialmente bonito y sobre todo virgen.

Luce el sol y domina el horizonte, allí al fondo, una silueta alargada conforme avanza el día se hace más y más evidente… Cabrera.


No lo sabía, no sabía que se podía visitar la isla, que hay desembarque, que parece ser que puedes ir con la bici... así que al acabar la jornada y reflexionar sobre ello hemos concluido en que si bien no la necesitamos… hemos encontrado una magnifica excusa para volver a Mallorca.

El mar tiene un azul intenso que proviene del reflejo del sol en una costa cuyo fondo se adivina increíble. Los acantilados ganan altura y aunque no accedemos al faro del cabo de Les salines, vemos que esa costa se alza más de cien metros sobre el nivel del mar… No es la costa de tramontana pero vagamente nos recuerda que existe también algo parecido…


Con esa idea llegamos a las salinas, un paraje natural junto a la colonia Sant Jordi desde donde se extienden y adivinan una playas increíbles.

Los acantilados aparecen con más fuerza y nos apartan de la ruta: está allí la isla, paramos junto a un faro que nos hace compañía y nos muestra, en la lejanía, a nuestro deseo...


A las salinas le sucede un paraje rural que nos acerca y aleja de la costa. En ocasiones pasamos junto a urbanizaciones que apenas molestan pero en algún momento de una larga bajada sucede algo...


Todo cambia a partir de ese momento porque al paraje natural le sucede la urbanización de la costa… eso si, una urbanización rompedora... Quien proyectó esa urbanización tuvo en cuenta, que en este mundo de peatones, de vehículos de todo tipo a motor, de patinadores y patinetes, que también existe un genero un tanto diferente: aquellos que buscan con su esfuerzo y un artilugio de dos ruedas simplemente ver y vivir mientras avanzan.

Al fondo ya junto al mar aparece una de esas urbanizaciones que nada tiene que ver con lo vivido, los edificios amontonados, la cantidad de gente que transita por sus calles, la infinidad de comercios... 
Todo ello nos dice que todo ha vuelto a cambiar.

Estamos en El Arenal, algo que tan solo es un paso necesario y destino de hoy

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Día 15. 28 junio 2016

Mallorca, el séptimo de los recorridos.



Hoy completábamos uno de los objetivos del viaje: rodear la mayor de las islas…

Cuando desembarcamos un poco más al oeste de Palma sabíamos que cerraríamos el círculo pasando y visitando aunque fuera efímeramente la ciudad pero lo que no sospechábamos es que toda esa parte de la isla hasta salir de Palma estaba literalmente tomada…

El Arenal se levanta, como no puede ser de otra forma, con uniformes y disfraces.

Vemos a esas pequeñas legiones de personas a la búsqueda de la normalidad. 

Con su trabajo se esfuerzan en que los que aún duermen, cuando dejen de hacerlo, se encuentren con esa parte de isla soñada que renace día a día en perfecto orden a diferencia de lo que representa el paso de los que solo quieren divertirse, emborracharse y porque no decirlo…. De algo más.

Avanzamos sin prisa, el recorrido está preparado y diseñado para que los que como nosotros van en bici no sufran la presencia de esos artefactos con cuatro ruedas. Tan solo están presentes los repartidores de productos de todo tipo que se afanan en reponer los comercios y marchar…


Pero no solo vemos uniformes, también vemos disfraces... los mismos que ayer por la tarde vimos cuando el sol decaía y quisimos ir a cenar… Los disfraces los llevaban aquellos que con una pajita bebían del mismo cubo… aquellos que por la noche se veían un tanto perjudicados presos de una juerga que al final alguna factura les pasa...

Apenas molestan, se les ve un tanto vencidos por la noche, por la humedad, por el cambio frío de la noche al día… pero sobre todo por el desconcierto que debe de producir hacer lo mismo un día si y otro día también...



Palma ya no es aquella ciudad ajardinada que vi en los años 70 del siglo pasado, ahora está mucho más ordenada, urbanizada y restringida. El paso por su casco judío sigue siendo impresionante, el imaginar la muralla o el mar “picando” contra los muros de la catedral también es un juego que agudiza el ingenio… 
Aquel mar se sustituyó por un lago, su catedral se transformó y decoró hace un tiempo por un artista de renombre…


Los tiempos cambian y sabemos que molestamos aún cuando nos refugiamos en la que se supone “la iglesia más antigua de la ciudad” miro el letrero que es todo un anuncio, lo miro con desdén y un tanto extrañado. Surge en mi la melancolía del recuerdo que representa el no aceptar plenamente nuestra historia…

La iglesia más antigua?.... será la cristiana.

La salida de Palma no es placentera y es muy chocante… a poco que te alejas de la ciudad te ves sometido al shock que representa el paso de la opulencia a todo lo contrario.


El aeropuerto está cerca, los aviones llevan la misma dirección que la nuestra pero el sentido contrario, pasan los quilómetros, y los vamos observando, estamos bajo el rumbo de aproximación y aterrizaje de Son Sanjoan y nos entretenemos en comprobar en que momento esa línea se separará de la nuestra.

Con mucho calor llegamos a Sineu, un pueblo absolutamente desconocido que promete…


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Día 16. 29 junio 2016

Mallorca, el octavo de los recorridos.


Algo se ha movido en la noche…

Nos despertamos con la sensación de que algo es diferente al día de ayer… Conforme somos conscientes de la realidad que vivimos en algún momento lo percibimos: El sonido que producen las gotas de la lluvia sobre la persiana de la ventana del dormitorio nos alertan sobre ese cambio…


Si, llueve, es lo normal, tras quince días de sol. En algunas ocasiones inmisericorde, la lluvia nos ha venido a visitar… hoy es miércoles, día de mercado en Sineu y como de entrada no tenemos muchas ganas de mojarnos en la bici nos dedicamos a mojarnos mientras recorremos el mercadillo.

Es singular el mercado de Sineu, un pueblo de carácter medieval con una estructura que mezcla la sucesión de calles alrededor del castillo/iglesia con la necesaria acomodación a dos laderas… una más pronunciada que la otra.

En el mercadillo de Sineu encontramos algo inusual: la venta de animales que se exhiben allí mismo: no tan solo gallos, gallinas o conejos… también ovejas y perros.

Las horas pasan, el segundo desayuno cae en nuestros cuerpos y decidimos a pesar de la lluvia iniciar el corto viaje de hoy… nuestro barco sale a la tarde/noche desde Alcudia, estamos a algo menos de treinta km… los suficientes para empaparnos algo más que las piernas al no ir suficientemente preparados…

Cerca de Alcudia el día se rehace y el sol disipa poco a poco las nubes hasta que reina nuevamente en el firmamento y así llegamos a Alcudia por la que paseamos tranquilamente por dentro y fuera de su muralla un tanto modificada pero en la que se sigue viendo como pudo ser esa construcción defensiva de esta parte de la isla. Visitamos su plaza de toros, deambulamos por la población sin rumbo fijo.


Se acerca lentamente la hora que es noche y como en otras ocasiones hemos debido de ir con tiempo al puerto de Alcudia y a la terminal de salida del barco porque la web de Balearia no entiende que dos ciclistas lleven dos bicicletas… (solo admite un vehículo) menos mal que ese servicio es gratuito


Ciutadella espera al día siguiente, el barco sale temprano y nosotros madrugaremos, como siempre, para ir a ver esa ciudad.

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Día 17. 30 junio 2016

Mallorca-Menorca, primer recorrido


El viento acompaña al viajero. Esa brisa que normalmente alegra las horas del estío era hoy el preludio de un mar inquieto. Tras levantarnos temprano nos dejamos caer al puerto de Alcudia para embarcar una vez más.


El verano sigue haciendo estragos en la piel de quienes osamos exhibirla frente al sol, a mi tan solo me hace sudar, respirar con más fuerza, sentir su fuerza, sufrir disfrutando… pero hoy era uno de esos días en el que todo eso parece quedar atrás puesto que era, nuevamente, el día en el que el paso de una isla a otra manda al calendario y a las horas.


En el puerto nos espera ese engendro de la técnica que nos permite navegar en la seguridad que otros no tuvieron. Tras subir al barco pensaba en esas gentes que apenas se separaban de la costa para navegar, en la creencia de que teniendo cerca la tierra tenían cerca la seguridad de poder sobrevivir. Muchos de ellos aún en la edad media ni sabían nadar cuando se embarcaban a viajes imposibles de meses y años.

Menorca se convirtió, por su situación en el mediterráneo, en refugio de esas otras personas que no buscaban tan solo descubrir… o vivir en el y del mar y en ello pensaba cuando me he acordado de que en el paso de Ibiza a Mallorca sonaba en mi una canción…

La he buscado, la he encontrado pero… ya sabéis, cuando buscas algo… encuentras… y no siempre es lo que buscas…


(T_Mo-La Ritournelle)

Menorca aparece en un horizonte en movimiento. El barco obedecía los embates del mar siguiendo la máxima que tiene el junco para sobrevivir frente al viento: ser flexible.

Y así hemos llegado a estar atados a la tierra desde donde iniciábamos, perezosamente, la aproximación al destino en el día de hoy.

Aposentados en el barco que se desliza camino de Menorca en la mañana ventosa… observamos otro de los lugares que no hemos podido ver: El cabo de Formentor y ahí ha sido cuando he recordado. Recordaba como anteriormente pensaba en Cabrera, que si ese era un buen motivo para volver… lo que significaba el no haber visto ese cabo era que ya había encontrado dos.


Atraca el barco en Ciutadella y recorremos en la calma de una isla en calma el perímetro de sus calas que nos transporta al centro de la ciudad, tras dejar los bártulos en el hostal y comer alguna cosa el mar nos esperaba para demostrarnos que no es una leyenda que el agua es menos salada y más agradecida de lo que conocemos en nuestra tierra.


Menorca nos ha enseñado que no solo hay un paraíso en las Baleares.

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Día 18. 1 julio 2016

Menorca, el segundo de los recorridos.


Lo debíamos de intentar.

Sabíamos que era duro, lo sabíamos… pero no sabíamos hasta que punto lo era…

Estar en la isla y no probarlo era como un pecado mortal que no íbamos a cometer y eso era así porque si la isla tiene una más que merecida fama por sus calas, la mejor forma de ver estas se llama Cami de Cavalls.

Ayer paseábamos por el casco antiguo de Ciutadella, la singular distribución de casas y calles recuerda al pasado cuando fue colonizada la isla, así que tras acabar el día y esperar al siguiente hoy nos levantábamos ilusionados por lo que íbamos a ver.

Deshacíamos parte del recorrido de ayer con tal de acercarnos en el punto exacto previsto a ese “Cami” al que parecía imposible de llegar fácilmente… 
Tras saltar un muro de piedra el camino se muestra sin esquinas… no es duro, es muy duro…


Apenas una senda combina un camino de piedras con un camino de rocas fisuradas con desniveles a modo de trialeras que suben y bajan continuamente…

Pero…

Gracias a un hilo que encontré cuando recuperaba la información para poderlo hacer nos situamos en un camino paralelo al anterior que nos salva un poco de tanta dureza.


Si existiera un camino paralelo en todo el recorrido o en gran parte del mismo posiblemente hubiera llegado esa noticia a mis oídos o a mis ojos por lo que no era de extrañar que ese camino se perdiera al poco tiempo debiendo de volver a esa dureza que combinaba belleza y dificultad.


La sucesión de calas, algunas señalizadas, es un festín para los sentidos y lo que creíamos que iba a ser un parar en una y otra en una combinación de baño tras baño se ha convertido en un pasar… porque en seguida nos dábamos cuenta que hubiera sido imposible llegar a nuestro destino de haber parado en algunas de ellas sino en todas a bañarnos


Es fin de semana, estamos a principios de Julio y las calas sorprendentemente están atestadas… eso y la dureza de la senda nos han hecho desistir


Días más tarde me comentarán, ya en Barcelona, que incluso los Menorquines estaban un tanto preocupados por tanta gente a la que no están acostumbrados…

Sufrimos, nos cansamos, nos hartamos de caminar junto a la bici, de empujarla, de pasar por esos momentos en los que tu y la bici podéis formar parte del paisaje que existe en el suelo que pisamos que no es otro que el de roca…

Tras discutirlo y entrar en esa fase de tensión innecesaria decidimos marchar… simplemente no es posible.

Aprovechamos un camino de gran anchura por el que subimos el torrente que forma una de las calas, consulto el mapa, el gps… allí arriba hay una carreterita que combinada con otras nos llevarán a nuestro destino de hoy, un destino un tanto sencillo si bien… en Julio y en Menorca nada es fácil, nada es barato… nada es sencillo.

Llegamos a coronar y empezamos una bajada… el mapa lo indica con claridad, el gps tiene señalado el camino pero…

Debemos de salvar un muro de una propiedad privada y a eso nos aplicamos… a desmontar, saltar y volver a montar los bártulos sobre la bici.

Por un momento he regresado fugazmente a tierras Andaluzas…


Tan solo quedaba recorrer los km que nos separaban de la Cala en Porter donde descansamos y reparamos alguna herida.

Mientras cenamos el espectáculo que no vimos en su verdadera magnitud en Ibiza aparece en el horizonte…



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Día 19. 2 de julio 2016

Menorca, el tercero de los recorridos.

Ayer nos echó el Cami de Cavalls, es algo que se debe de hacer pero de otra forma, con otro planteamiento… es evidente que hay que volver y hacerlo de otra manera y con otro calendario... ya son tres los motivos para volver.

Ya sabíamos que era duro y que íbamos a probar un tramo presuntamente medio complicado, sabíamos que la zona más complicada estaba al norte… allí ya ni lo planteamos... no había días tampoco para hacer más que lo que se suponía fácil

La previsión de hoy era continuar por el Cami  pero… si, lo hemos hecho pero por asfalto, tan solo al final hemos vuelto a probar con el mismo resultado.

La realidad ha jugado sus cartas y estas eran las de perder… perder la oportunidad de seguir divisando calas tras calas.

La mañana tranquila tenía nombre de acantilado, allí, en el acantilado de la urbanización hay una atracción turística que en realidad fue y es la verdadera promotora de la propia urbanización:


La Cova d’en Xoroi


La Cova D'en Xoroi  con la mejor puesta de sol

y su leyenda.

Ahora en su interior hay una discoteca que está cerrada por las mañanas por lo que tan solo nos hemos podido quedar con las vistas a sus acantilados próximos.


Lentamente nos hemos acercado a Mahon que esplendida luce la mañana, allí hemos disfrutado de sus calles medievales, de su mercado un tanto actualizado, de sus balcones sobre el mar a modo de miradores y de su gastronomía. Pero si algo llama nuestra atención por encima de todo esto es la enorme bahía que se abre hacia mar abierto sobre la que está enclavada la ciudad…



Animados por la experiencia retomamos momentáneamente el Cami de Cavalls para despedirnos de el sufriendo nuevamente pero disfrutando de las vistas a las calas que ofrece…



Ya cerca de nuestro destino: Fornells nos acercamos a una de sus playas para concluir que la población ha tenido la virtud de separar el bullicio de la población con la tranquilidad y quietud de las playas.


Pintan bastos me he dicho… Esa quietud, la de su paisaje, la de la entrada en la ensenada es engañosa… a poco que te fijes lo ves…


Aquí la dureza de lo que puede ofrecer este mar se debe de manifestar en toda su crudeza en los meses que están ahí delante con la llega del otoño... Tal vez es eso y no otra cosa lo que perpetúa que esta población no explote su potencial al ritmo de sus calas vecinas…


Es Cranc, que se inauguraba cuando vine por la isla hace muchos años ahora es algo más intocable y tan solo un gesto de indulgencia nos hubiera permitido recrearnos con su especialidad, pero …

El viaje tiene un inicio, tiene unas reglas que no debes de violentar, tiene en definitiva algo que debes de tener claro: es una lucha contra todo con tal de obtener lo que deseas y si, también tienes que luchar contra una tentación que es más fácil de obtener fuera del viaje lo haces...

El monte Toro presidía esta la penúltima jornada del viaje. Lo hemos visto lejano y cercano pero siempre presente y nos hemos dicho: tal vez su presencia es la antesala del fin



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Día 20. 3 julio 2016

Menorca, el cuarto de los recorridos.


El día era claro y no solo esa claridad estaba reflejada en el cielo o en el mar, también lo era en cada uno de los pasos que debíamos de dar…


Suavidad en el gesto, en lo que restaba de la jornada, en la aproximación en todas y cada una de las horas que iban lentamente a pasar. Tan solo en Ciutadella nos esperaba una sorpresa diferente a lo vivido:

Una competición amateur de ciclismo por las calles de la población. 

Miramos a esas futuras promesas y las que ya no lo son, miramos sus máquinas y sus posibilidades, las chicas de todos los tamaños y edades y pensamos que aún hay muchísimo recorrido en este nuestro mundo de dos ruedas


El día se hace y madura y nosotros en algún momento decidimos concluirlo, y tras comer algo y nos vamos paseando "a la base" desde la que un barco partirá a nuestro destino en el que finalizará nuestro viaje, el barco nos espera y nos dejamos acoger suavemente por sus tripas, por su zona de butacas donde hay más que nada una zona lúdica. Allí nuevamente se hace de noche y empieza la lucha entre querer descansar y no conseguirlo tan fácilmente: el deseo contra la realidad…


He soñado nuevamente y con el sueño y el suave bamboleo del engendro mecánico con su lento crepitar, que no es otra cosa que una suave y monótona vibración, me he ido a otro mundo…

Soñaba como los días habían ido pasando y las hojas de los días y las semanas lentamente habían ido cayendo, como en un momento determinado sucedió:

Me senté frente al mar en una hamaca, en el cielo el astro rey seguía reinando en este mes de Julio, quería comprobar si aquello que me explicaron era cierto, quería saber si aquella cultura milenaria podía tener razón. Ellos creían que la canícula tenía un motivo físico y este no era otro que lo que sucedía era que Sirio, en esta época del año, se alineaba con el sol y de esa manera sumaban sus fuerzas y ese era el verdadero motivo de que hiciera tanto calor en esta época del año y no en otra…

Yo no pensaba en el calor, de hecho el calor en nada me preocupaba y en cambio lo que buscaba saber era si esas dos estrellas provocarían una especie de sombras al estar una separada de la otra e ir aproximándose en su alineación con la tierra.

En realidad, yo sabía que eso no era posible porque de serlo posiblemente ya lo sabríamos desde hace siglos pero poco importaba eso cuando ante ti hay quien asegura verlas y por eso las buscaba y las buscaba intentándolas encontrar así que allí sentado pregunté al universo.

¿Cómo es posible que haya quien cree que puede haber dos sombras cuando Sirio está tan lejano? Al fin y al cabo está a más de ocho veces la distancia que hay entre la tierra y el sol…


Cansado de darle vueltas y buscar sombras que no existían lamenté que toda esa historia se resumía en una frase que ya había pronunciado: 

creer o no creer… de eso y de nada más se trata.


Barcelona nos espera en la mañana temprana, apenas nada se mueve salvo las fábricas que siguen echando humo junto al trasiego de los coches y camiones de la zona franca…

No entendemos porque pero al barco lo han trasladado lejos de su lugar habitual donde atraca y nos obligan, tras otras bicis, a pedalear recorriendo una zona cuanto menos peligrosa…

Una despedida fugaz con Elena me lleva a la realidad de lo que aún me queda por delante y que no es otra cosa que el paso por las costas de garraf tras los campos del delta... allá donde el perfil se crece con el acantilado para llegar lentamente, como en las grandes ocasiones, al lugar que es el principio y final de la mayoría de los viajes…

Adiós aguas turquesas, paraísos cercanos.




El recorrido





Despedida

Baleares


“Mira con cuidado porque lo que verás no es lo que acabas de ver”

Leonardo da Vinci.


( ATB & Armin Van Buuren - Vice Versa)

Empezaba con esa cita, pero con otro video, el de la presentación de este viaje….

Mientras veíamos un horizonte plano, mientras nos movíamos al compás del mar…

Mientras en el cielo aparecía algún animal volando sobre nosotros, sobre el barco, sobre todos y cada uno de los que compartíamos un único espacio

Mientras bajo nosotros se extendían centenares de metros de agua gota sobre gota, aplastadas, formando un solo cuerpo liquido…

Mientras la fuerza vencía a ese cuerpo al que separaba y lo abría haciéndose espacio para navegar…

Soñaba.

Soñaba con un pasado y con un futuro… el presente estaba representado por ese barco, el pasado era lo que iba quedando detrás con la espuma que producía su navegación y el futuro es lo que aguardaba allá donde el barco se dirigía y necesariamente, en algún momento, se detendrá.

Cuando el barco llegue a ese futuro deberé de decidir tras meses de tranquilidad deseada, buscada, consentida.

Ha sido un viaje muy interesante y completo en el que la vivencia ha sido increíble, un viaje que ha respondido a mucho más de lo esperado.

Allí con el barco dejo un pasado.

Tal vez es hora de buscar.

Tal vez es hora de volver a pensar en retos futuros allí donde el barco aún no ha separado al mar para hacerse camino navegando.

Miro fijamente el horizonte, busco con ansiedad las señales y veo una enorme cúpula que se alza sobre un mar plano a la que me dirijo.

Al fondo, mientras siguen cayendo quienes nos anteceden y nos sitúan lentamente en la frontera, también está el futuro.

Y lo se.

Eso también forma parte de la pasión.

La pasión de viajar y la de vivir.

La pasión es viajar.

La pasión es vivir.


En ocasiones, quizás en demasiadas ocasiones, el destino te lleva a otros lugares donde ni las fotos son posibles. Eso creerme, también forma parte de la vida.